¿Desarrollan las aves insulares adaptaciones morfológicas a determinados parámetros ecológicos?

El investigador ARAID del IUCA-Grupo Aragosaurus, Pere Bover, ha colaborado recientemente con un proyecto que estudia la evolución de aves insulares tanto extinguidas como actuales.

El Profesor Juan Carlos Illera de la Universidad de Oviedo es el responsable de este proyecto, llamado “Deciphering the causes of a recent avian radiation in Macaronesia (FRIMA)” – Descifrando las causas de una radiación aviar reciente en Macaronesia. El biólogo puso en marcha este proyecto, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación en enero de 2019. Su objetivo principal es determinar si la existencia de cambios morfológicos (en cráneo y huesos del esqueleto postcraneal) en las aves insulares permiten, de alguna manera, asociar formas y posibles cambios con una serie de parámetros ecológicos, como puede ser el hábitat.

Cráneo de Pinzón común

Estos posibles cambios morfológicos serán estudiados tentativamente a través de la morfometría geométrica, una metodología que permite el análisis de la forma de huesos y otras estructuras mediante la captura de puntos anatómicos del esqueleto. En este caso, se ha utilizado un digitalizador de puntos (o landmarks) en tres dimensiones llamado Microscribe, con la colaboración del investigador Pere Bover: “lo que hemos hecho es decidir qué puntos poníamos en el cráneo, pico y en diversos elementos del esqueleto postcraneal”. La importancia de los puntos a marcar en esqueleto de las aves reside en que, posteriormente, serán esos puntos sobre los que se crean las diferentes digitalizaciones en 3D de cada ejemplar, estableciendo formas y polígonos que permitirán después comparar la morfología de los ejemplares. “A partir de ahí, tenemos que tomarlos y ver si hay algún tipo de relación entre la forma y diferentes parámetros ecológicos que el equipo del proyecto considera oportunos.”

 

El investigador Pere Bover trabajando con Microscribe

El uso del Microscribe como instrumento se basa en la generación de nubes de puntos, líneas y polígonos que permiten diferenciar la forma de las diferentes partes del esqueleto de diferentes aves insulares, además de hacer evidente dónde se encuentran la diferencias entre los diferentes ejemplares mediante múltiples opciones de visualización de esos puntos.

Entre los huesos del postcraneal de las aves insulares  que se van a estudiar cabe destacar el esternón (la quilla), donde se insertan los músculos pectorales, involucrados en el vuelo del animal.  “Las aves que son avoladoras, tienen la quilla redondeada y sin una cresta marcada, en forma de cáscara de nuez. Al no tener alas no necesitan unos músculos pectorales muy potentes, a diferencia de las voladoras, que cuentan con una “cresta”  en la parte central de su quilla para la inserción de músculos pectorales de gran tamaño”, apunta el investigador. Las islas concentran un número interesante de aves de este tipo (no voladoras), como  pueden ser los kiwis de Nueva Zelanda o los cormoranes  de las Islas Galápagos, que podría relacionarse con las características del entorno: “como simplificación, el vuelo es una acción energéticamente ‘cara’, por lo que si estas aves no tienen necesidad de irse de un sitio a otro o no tienen depredadores que les obligan a huir volando, es una característica que se verá evolutivamente reducida.”