Laia Alegret participa en una investigación que demuestra que el impacto de un asteroide hace 66 millones de años provocó la acidificación de los océanos, contribuyendo a la última gran extinción en masa

La revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences USA) publica un artículo en el que se demuestra que el impacto de un asteroide hace 66 millones de años provocó la acidificación de los océanos, contribuyendo a la última gran extinción en masa.

La investigación ha sido realizada por un grupo internacional de científicos de universidades estadounidenses, británicas y alemanas, y por una paleontóloga de la Universidad de Zaragoza y del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de Aragón, Laia Alegret.


Laia Alegret (izquierda) y las estudiantes de doctorado G. Arreguín-Rodríguez y L. Rivero-Cuesta señalando el límite entre el Cretácico y el Paleógeno en la cueva de Geulhemmerberg (Países Bajos), donde se tomaron las muestras críticas que han proporcionado la primera medida del pH de las aguas oceánicas tras el impacto del asteroide.

Laia Alegret, investigadora del grupo Extinción y Reconstrucción Paleoambiental desde el Cretácico hasta el Cuaternario, ha participado en un estudio que se publica esta semana en la prestigiosa revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences USA, en el que se analizan las consecuencias del impacto de un asteroide en la península mexicana de Yucatán hace 66 millones de años. El impacto provocó la última gran extinción en masa, y afectó a casi el 70% de las especies de nuestro planeta, acabando con el dominio de los grandes dinosaurios en medios terrestres. En los océanos, desaparecieron los grandes reptiles como los Mosasaurios, al igual que gran parte del plancton calcáreo que vivía en las aguas superficiales.

Las hipótesis tradicionales sugieren que tras el impacto del asteroide a finales del Cretácico, la oscuridad generada por la nube de polvo resultante impidió la fotosíntesis y cesó la productividad primaria en los océanos, provocando las extinciones sucesivas a lo largo de la cadena trófica.

Sin embargo, en 2012 la paleontóloga de la Universidad de Zaragoza Laia Alegret lideró una publicación en la revista PNAS demostrando que las extinciones en los océanos no estaban relacionadas con el cese de la fotosíntesis, proponiendo un rápido evento de acidificación de los océanos, mucho más rápido que el actual y resultante de los gases emitidos por el impacto, como la principal causa de la extinciones selectivas en medios marinos.

Ocho años después, la revista PNAS publica un estudio que demuestra por primera vez la hipótesis de la acidificación de las aguas superficiales de los océanos. El estudio ha sido realizado por un grupo internacional de científicos de universidades estadounidenses, británicas y alemanas, y por la paleontóloga de la Universidad de Zaragoza y del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de Aragón, Laia Alegret.


Los análisis de fósiles microscópicos marinos hallados en una mina en los Países Bajos permiten obtener la primera medida del pH de las aguas marinas tras el impacto que provocó la gran extinción de finales del Cretácico.


Los análisis de fósiles microscópicos marinos (foraminíferos) hallados en la mina de Geulhemmerberg en los Países Bajos han permitido obtener la primera medida del pH de las aguas marinas tras el impacto de finales del Cretácico, demostrando que éste fue el mecanismo clave en el colapso ecológico de los océanos. Los análisis geoquímicos del carbono y boro en las conchas de foraminíferos, que han requerido el estudio de hasta 7000 microfósiles por muestra, indican un descenso en el pH de las aguas de 0,3 unidades y un gran aumento del CO2 atmosférico (700 partes por millón). Se trata de la primera medida empírica sobre los mecanismos que desencadenaron las extinciones.

Se han analizado también muestras procedentes de varias localidades de Estados Unidos, y de sondeos oceánicos del Atlántico y del Pacífico.

El estudio incluye además la modelización de los cambios globales en la geoquímica de los océanos, que ha permitido descartar un aumento en la actividad volcánica tras el impacto, y demostrar que la recuperación de la química de océanos y de los ecosistemas marinos se restableció lentamente tras las perturbaciones globales, a pesar de que el plancton marino y la productividad primaria evolucionaran rápidamente tras las extinciones. Esto último ha sido recientemente confirmado por otro estudio internacional, en el que también participa Alegret junto a investigadores de las universidades estadounidenses de Yale, Boulder Colorado y del MIT- MA, publicado en la revista Paleoceanography and Paleoclimatology.


La modelización de los cambios en la geoquímica de los océanos ha permitido descartar el vulcanismo como la causa de las extinciones y de la lenta recuperación de los ecosistemas. Se demuestra cómo eventos geológicamente rápidos como un impacto meteorítico o la acidificación oceánica pueden tener profundas consecuencias sobre la vida a largo plazo, y con implicaciones en los estudios sobre el actual cambio climático.


La publicación en PNAS constituye un ejemplo excelente de que los eventos geológicamente rápidos como un impacto meteorítico o la acidificación oceánica pueden tener profundas consecuencias sobre la vida a largo plazo, y tiene implicaciones en los estudios sobre el actual cambio climático.

Laia Alegret es profesora de paleontología de la Universidad de Zaragoza y miembro del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón. Es especialista en el estudio de fósiles microscópicos y análisis geoquímicos para reconstruir las condiciones ambientales del pasado, habiéndose centrado fundamentalmente en el estudio de eventos críticos que han afectado a nuestro planeta, como impactos meteoríticos o momentos de calentamiento global relacionados con la emisión de gases invernadero, y que se pueden comparar con el actual cambio climático. En 2017 participó en la expedición internacional al nuevo continente, Zelandia, que permanece sumergido en casi su totalidad y únicamente muestra en superficie sus montañas más altas, que son las islas de Nueva Zelanda y Nueva Caledonia. La expedición surcó las aguas del Pacífico Suroeste durante 2 meses para obtener sondeos marinos.

ARTÍCULO:
Henehan, M., Ridgwell, A., Thomas, E., Zhang, S., Alegret, L., Schmidt, D.N., Rae, J.W.B., Witts, J.D., Landman, N.H., Greene, S., Huber, B.T., Super, J., Planavsky, N.J., Hull, P.M. 2019. Rapid ocean acidification and phased biogeochemical recovery following the end-Cretaceous Chicxulub impact. Proceedings of the National Academy of Sciences USA (PNAS)