El descenso actual en el número de anfibios y reptiles está provocado en gran parte por el efecto de la acción del ser humano sobre los ecosistemas y la biodiversidad, mientras que el cambio climático queda como un factor secundario ya que esta fauna ha sido capaz de sobreponerse a él en el pasado.
Así se desprende de un estudio, publicado en la revista Paleontology , llevado a cabo sobre restos de anfibios y reptiles del pleistoceno o primera era cuaternaria hallados en los yacimientos de Atapuerca (Burgos), que ha contado con la participación de Gloria Cuenca-Bescós, catedrática de Paleontología de la Universidad de Zaragoza, responsable del estudio de los pequeños vertebrados en el Proyecto Atapuerca e investigadora del grupo Aragosaurus.
El estudio, cuya autora principal es la investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA) y de la Universitat Rovira i Virgili (URV), Almudena Martínez-Monzón, parte de la base de que en la actualidad, los anfibios y reptiles son dos grupos que se encuentran seriamente amenazados y en declive, lo que en ocasiones se ha atribuido al actual cambio climático.
Sin embargo, al analizar el pasado, el estudio aporta otra visión según la cual desde hace un poco más de un millón de años estos grupos de animales presentan una evolución muy conservadora tanto numérica como morfológicamente, mientras que en este intervalo se han sucedido muchos cambios climáticos.
La investigación indica que los mayores picos de diversidad de reptiles y anfibios coinciden con los periodos considerados análogos al interglacial actual, mientras que los de menor pluralidad ocurren cuando las condiciones ambientales son más duras al ser más frías o directamente glaciares.
Al hilo de este argumento, el trabajo revela que en la mayoría de los casos, la heterogeneidad de estas comunidades se restablece tras las perturbaciones climáticas, apuntando a una gran resiliencia a nivel de grupo.
Por ello, el trabajo concluye que anfibios y reptiles han sido capaces de superar los cambios climáticos en el pasado y han podido restaurar los niveles de diversidad previos a la alteración.
Para llegar a las conclusiones, los investigadores han estudiado la riqueza de especies (número de especies) y han aplicado el índice de diversidad Simpson relacionando todo ello con los cambios climáticos mediante modelos de regresión, entre otros sistemas.
A la luz de los datos, los investigadores han resaltado que el estudio de materiales del Pleistoceno se convierte, una vez más, en imprescindible para aportar conocimiento y contribuir a la solución de problemas ecológicos actuales.