Concluyen dos décadas de excavaciones arqueológicas en abrigos prehistóricos de las Altas Cinco Villas
Lourdes Montes y Rafael Domingo, arqueólogos del campus oscense de la Universidad de Zaragoza, han dirigido los trabajos desarrollados en un conjunto de asentamientos que nos informan sobre la vida de nuestros antepasados a lo largo de 10.000 años
Estos estudios permiten completar geográficamente las investigaciones sobre la presencia humana en la prehistoria en el Prepirineo, desde Álava a Cataluña
Los investigadores del campus altoaragonés presentaron los resultados de la última campaña e hicieron balance de estos 20 años de excavaciones, el pasado sábado, en Biel
(Huesca, 23 de agosto de 2021) Con la de 2021 se cierran más de veinte años de campañas arqueológicas en la cuenca del Arba de Biel, que han podido identificar primero, en muchas ocasiones gracias a la colaboración de los vecinos, y estudiar después un conjunto de asentamientos prehistóricos que, en el limitado radio de 10 kilómetros, nos informan de la vida humana en las Altas Cinco Villas desde hace unos 15.000 hasta hace 4.000 años. Lourdes Montes y Rafael Domingo, arqueólogos del grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro, que tienen su base en el Campus de Huesca de la Universidad de Zaragoza, han dirigido estos trabajos que permiten completar geográficamente el estudio de los modos de vida -comunes en numerosos aspectos- de nuestros antepasados a lo largo de todo el Prepirineo, desde Álava a Cataluña, pasando por Navarra y la provincia de Huesca, que ya contaban con investigaciones previas.
Legunova, Peña-14, Valcervera, Rambla de Legunova y Paco Pons son los nombres de los yacimientos que han permitido identificar y excavar en su suelo catorce niveles (dos de ellos funerarios) con ocupaciones prehistóricas de distintas épocas que abarcan siete periodos culturales diferentes -Magdaleniense, Aziliense, Sauveterriense, Mesolítico de muescas y denticulados, Mesolítico geométrico, Neolítico y Calcolítico- y más de 10.000 años.
“Los yacimientos del Arba de Biel constituyen un conjunto privilegiado dentro de los estudios prehistóricos”, señala Lourdes Montes. La disponibilidad en un mismo valle de esa amplísima secuencia de ocupación, explica junto a Rafael Domingo, permite analizar las distintas estrategias tecno-económicas adoptadas por aquellas comunidades, sus adaptaciones a un contexto medio ambiental cambiante y algunos rasgos de su evolución socio-cultural. También permite aproximarse a cuestiones como los modos de ocupación y explotación del territorio o a las relaciones de sus habitantes con otras regiones.
Los arqueólogos altoaragoneses, que cierran con cierta tristeza este trabajo sobre el terreno, por los lazos tejidos con los vecinos desde 1998 hasta ahora, ofrecieron como cada año a los habitantes de las Cinco Villas un balance de lo obtenido en esta campaña, con un repaso de las anteriores, el pasado sábado, 21 de agosto, en Biel. El Ayuntamiento de esta localidad, que ha dado todas las facilidades a los investigadores durante estas dos décadas, organizó esta charla, que tuvo lugar a las 19 horas en el castillo.
Su vinculación, sin embargo, al estudio de la Prehistoria del norte de la provincia de Zaragoza no acaba aquí. Montes y Domingo deberán darle continuidad con el análisis desde sus despachos en el Campus oscense de las decenas de miles de piezas que han sido inventariadas durante las excavaciones.
Se trata sobre todo de material lítico: rascadores y otras herramientas de piedra elaborados con distintas técnicas, puntas de proyectiles de sílex (que no aparecen, sin embargo, en el Mesolítico, periodo de mayor expansión de la cubierta forestal, en el que quizá, señalan, las puntas de flechas o lanzas fuesen también de madera), entre otras. También se ha localizado cerámica neolítica, adornos de conchas marinas procedentes del Mediterráneo, que nos hablan de redes comerciales o de intercambio; restos de fauna que constituía parte de su alimentación, semillas e incluso, en este último año, bellotas –que formarían parte de su dieta- que han llegado hasta nosotros por estar carbonizadas.
¿Qué nos cuentan estos materiales y el análisis de estos enclaves?
Todos los abrigos están bien orientados a sol naciente y muy cerca del río Arba o de cursos fluviales que les aseguraban acceso al agua, a materias primas líticas (como el sílex que afloraba en Las Lezas junto al actual núcleo urbano de Biel) y que les permitía, posiblemente, controlar el paso de animales que siguieran el río en sus desplazamientos y lo utilizasen para abrevar.
Durante diez milenios, desde hace unos 15.000 hasta hace algo más de 4.500 años, hubo visitas recurrentes a este territorio, posiblemente de corta duración y realizadas por grupos humanos que vivirían en las zonas llanas que se abren al sur, en torno a la zona de las actuales Luna y Monlora. Allí cazaban, de forma habitual ciervos a lo largo de toda la secuencia cronológica estudiada, pero también caballos en los periodos más antiguos, además de bóvidos y animales de mediano tamaño ligados a entornos forestales o a zonas rocosas (como el corzo, el jabalí o la cabra montesa). En las últimas fases, simultanearon la caza de especies salvajes con el pastoreo de ganado doméstico, principalmente cabras y ovejas. Probablemente recolectaron también los abundantes recursos vegetales que les ofrecía el territorio, caracterizado por un paisaje mosaico en el que, como hoy, alternaban manchas boscosas con zonas abiertas.
Los yacimientos del Arba de Biel permiten seguir dos de los procesos más importantes de la Prehistoria, explican Rafael Domingo y Lourdes Montes: la transición climática entre el Pleistoceno y el Holoceno, que supuso notables modificaciones socio-económicas entre los grupos de cazadores-recolectores para adaptarse al cambio medioambiental y la transición entre las sociedades cazadoras-recolectoras y las agropecuarias, ya avanzado el Holoceno, caracterizadas por la adopción de las especies domésticas al tiempo que mantenían parte de los modos de subsistencia cazadores.
Los resultados de estas investigaciones –que ya se han dado a conocer a la comunidad científica parcialmente a través de diversos artículos y de varias tesis doctorales– se recogerán, señalan, en una o varias monografías con las que culminarán una vocación divulgativa que ha despertado a lo largo de estos años una colaboración ciudadana que ha hecho posible identificar estos abrigos.
Las Cinco Villas en el contexto del estudio de la prehistoria en el Prepirineo
Hasta hace apenas 40 años, explican los directores de estas investigaciones, no se conocía nada de la Prehistoria antigua de la cuenca del Ebro. En el ámbito prepirenaico la situación comenzó a cambiar, añaden, gracias a la labor del equipo de investigación formado en el Museo de Huesca en torno a Vicente Baldellou a mediados de los años setenta, que se unió desde 1981 al que había aglutinado en la Universidad de Zaragoza Pilar Utrilla. En la provincia de Huesca se excavó en la desafortunada cueva de Chaves, o en la Fuente del Trucho, Olvena, Gabasa, Puyascada y Forcón, que abrieron la vía para nuevos trabajos. “Con ellos se ha ido formando un sólido corpus historiográfico”, precisan, “que permite conocer las ocupaciones humanas en ese territorio desde el Magdaleniense antiguo (en yacimientos como Forcas o Cova Alonsé, hace unos 18.000 años), pasando por el Mesolítico (en Forcas), el Neolítico (en Chaves: uno de los yacimientos fundamentales del Mediterráneo occidental, y también en Forcas, Olvena, Puyascada y Forcón) y finalizando en las primeras edades de los Metales (en Forcas y Olvena)”.
Pero la Prehistoria de la parte norte de la provincia de Zaragoza era prácticamente desconocida hasta finales de los años noventa, señalan, dejando aparte algunos hallazgos de superficie sin contexto arqueológico. Con el hallazgo en 1998 de un abrigo rocoso apenas a 1 kilómetro de Biel –que se denominó Peña-14- empezó a cambiar el panorama. Las excavaciones y las charlas divulgativas dadas en la localidad, precisa Montes, permitieron que los vecinos fuesen aportando información sobre sitios con caracteres similares a los de Peña-14 (abrigo rocoso, orientado a sol naciente y con manchas cenicientas en el sedimento que testimoniaran la actividad humana en el pasado). Así, a partir del año 2000 se fue trabajando en Paco-Pons, Legunova, Rambla de Legunova y Valcervera.
Numerosos investigadores de diversas áreas (entre ellos otros integrantes del grupo Primeros Pobladores del Valle del Ebro, como Manuel Bea o José Luis Peña; o el geólogo del Campus oscense José Antonio Cuchí; además de jóvenes arqueólogos en formación que han podido desarrollar sus primeros trabajos científicos en estos enclaves) han ido aportando sus conocimientos y su dedicación en estos años. En ellos, junto a la colaboración del Ayuntamiento de Biel, y a los recursos del grupo de investigación, de Unizar o de distintas convocatorias científicas, los estudios han contado en varias campañas con aportaciones específicas del Gobierno de Aragón o de la Comarca de las Cinco Villas.