(Zaragoza. Martes, 25 de junio de 2024). Los hundimientos del terreno causados por dolinas o “simas”(fenómeno kárstico común en los terrenos yesíferos del centro de la Cuenca del Ebro) son una amenaza constante en el entorno de Zaragoza. Los daños causados a edificaciones e infraestructuras han sido cuantiosos y recurrentes desde la década de 1970, cuando la ciudad y sus polígonos industriales se expandieron. Por ello, desde los años 80se realizan estudios geológicos para tratar de comprender el fenómeno y elaborar mapas de zonificación de peligrosidad. Un equipo de geólogos del Dpto. de Ciencias de la Tierra y del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza ha comprobado, más de 30 años después, la validez y utilidad de uno de estos mapas, elaborado en 1991.
Los resultados indican que el mapa de 1991 tenía una buena capacidad predictiva: durante los 30 años que han pasado desde entonces, las zonas a las que se asignó el máximo peligro han registrado daños en un 20-40% de su superficie, mientras que ese porcentaje disminuye sistemáticamente hasta un 7% para las zonas menos peligrosas.
El grupo de investigadores, dirigido por José Luis Simón, han contrastado la zonificación de peligrosidad que se hizo entonces con los daños reales que han ocurrido los 30 años siguientes. Se han inventariado, cartografiado y cuantificado los daños en muros y pavimentos en un área industrial (polígonos Ruiseñores, El Olivar, Europa, La Torre Outlet y El Portazgo), y se han comparado con los que se inventariaron en 1991, mediante el uso de herramientas de Sistemas de Información Geográfica.
También se ha calculado la tasa anual de aparición de nuevos daños en la zona estudiada. Si valoramos y comparamos lo ocurrido en los periodos 1970-1991 y 1991-2021, vemos que esa tasa se mantiene aproximadamente constante en torno al 0,5% de superficie cada año. Eso significa que un punto concreto, aleatoriamente elegido dentro de esos polígonos industriales, el próximo año tiene un 0,5% de probabilidades de sufrir un hundimiento apreciable, capaz de producir daños estructurales. Esa probabilidad asciende a un 1,3% en las zonas catalogadas como más peligrosas, mientras que se rebaja al 0,3% para las zonas menos peligrosas.
Mapas de peligrosidad de ese tipo han sido tenidos en cuenta en la planificación urbanística de Zaragoza, como ocurrió en la revisión del PGOU de 1998. El test de eficacia, realizado ahora por vez primera, muestra su utilidad. Aunque las probabilidades de daños puedan parecer pequeñas y no demasiado diferentes de unas zonas a otras, lo cierto es que su incidencia en términos de pérdidas económicas pueden ser muy significativas.
Artículo publicado en la revista Natural Hazards, 120, pp. 7357–7380 (2024):