(Zaragoza, 27 de octubre de 2021). Las ciudades están en el foco de la Agenda 2030, no solo por tratarse de grandes consumidoras de recursos y generadoras de residuos,[1] sino también, por concentrar gran parte de las oportunidades para transitar hacia nuevos modelos económicos que incidan en el autoabastecimiento y autosuficiencia.
En un estudio recientemente publicado en la revista Science of the Total Environment, investigadores del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA), de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza y del Centro Universitario de la Defensa, han estudiado hasta qué punto nuestros entornos urbanos están preparados para alcanzar dichas condiciones de autoabastecimiento y autosuficiencia.
Para ello, el equipo ha desarrollado un procedimiento basado en información geoespacial, que permite evaluar y mapear el potencial de producción de alimentos, energía fotovoltaica y recogida de agua pluvial —el denominado nexo AEA (Alimento-Energía-Agua, FEW Food-Energy-Water en inglés)—, en los tejados de los edificios, espacios hasta ahora infrautilizados y con un gran potencial de uso. Este estudio, financiado por la Universidad de Zaragoza en su convocatoria de Proyectos Puente 2020, ha tomado como caso de estudio el barrio de El Rabal de Zaragoza.
Mediante el uso de un modelo tridimensional, obtenido al combinar datos del Catastro con nubes de puntos, se ha calculado la inclinación y la orientación de las azoteas, así como el sombreado y la irradiancia solar recibida. El uso de los Sistemas de Información Geográfica ha sido clave para combinar espacialmente estas variables y determinar qué superficie de tejado de cada edificio es adecuada para producir alimentos, por medio de invernaderos, y energía fotovoltaica. Además, el modelo considera no solo las cubiertas de los edificios, sino los usos que bajo estas se encuentran, permitiendo discutir la producción de cada tejado en base a la cantidad de metros cuadrados (y por extensión, de personas) a los que estos sirven.
Los resultados obtenidos muestran diferencias entre edificios, pero, sobre todo, entre morfologías urbanas. Las áreas industriales tienen el mayor potencial para el nexo AEA (2,51 kg de tomate/m2, 48,09 kWh de energía fotovoltaica/m2/año y 0,16 l de agua de lluvia/m2)[2] . En el caso de las áreas residenciales, las más compactas son las que presentan mayor potencial. En general, la producción de energía fotovoltaica es la más eficiente, ya que la pluviosidad es escasa e irregular en esta zona del valle del Ebro y los invernaderos para la producción de alimentos requieren tejados planos.
La cartografía que se ha obtenido de El Rabal pone de manifiesto un potencial heterogéneo que, aun así, permite identificar patrones espaciales de producción, ya que el potencial está determinado, no solo por las características del edificio, sino también por la intensidad del entorno construido. Aunque los resultados preliminares parecen indicar que la autosuficiencia total no podrá conseguirse, y será desigual entre los tejidos urbanos, sí indica que puede ser relevante como una estrategia complementaria a otras.
El estudio de las sinergias entre los tipos de producción AEA y las morfologías urbanas, así como el análisis multi-escala (desde el edificio a la ciudad completa), son líneas de trabajo futuro que se pretenden abordar desde un enfoque multidisciplinar para continuar con la investigación en estrategias de transformación de los tejados urbanos para la autoproducción de recursos. Fruto de este trabajo han surgido colaboraciones, como la realizada con la Fundación Ecología y Desarrolla (ECODES) en el ámbito de la pobreza energética. Además, el equipo de investigación actualmente trabaja en la cuantificación de estas prácticas de autoproducción a través de análisis ambientales y energéticos para determinar la conveniencia de la utilización de estas prácticas de una forma extensiva a lo largo de la ciudad.
El trabajo ha sido llevado a cabo por un equipo de multidisciplinar de investigadores, liderado por Jorge Sierra-Pérez, investigador y experto en el desarrollo de métodos para el diseño y evaluación de productos y servicios sostenibles de los entornos urbanos; y compuesto por Antonio Luis Montealegre Gracia, especialista en Sistemas de Información Geográfica y Teledetección aplicados al medioambiente; Sergio García-Pérez, experto en análisis espacial aplicado a la regeneración urbana; Silvia Guillén Lambea, cuya investigación se centra en la eficiencia energética de los edificios y el desarrollo de actuales y nuevas fuentes de energía para la reducción del impacto ambiental; y Marta Monzón Chavarrías, experta en ciudad construida y rehabilitación energética y acústica de edificios.
[1] Según ONU, las ciudades generan más del 70% del total de residuos y aportan más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta.
[2] Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación el consumo anual de tomates en Aragón por ciudadano durante 2020 fue de 16 kg.